Fue Fray Luis de Cervela, natural de España, quien llegó a Lima en junio de 1669 y como Comisario General del Orden de San Francisco trabajó durante seis años logrando gran parte de la reconstrucción del convento; además, de decorar el convento con azulejos que aún hoy luce, encargó la serie de lienzos que representan la vida de San Francisco a los más importantes pintores del momento en Lima. También se recuerdan otras obras menores como el empedrado de la plazuela, la fundición de las piletas del Claustro Principal. Finalmente y luego de seis años de intensa labor gestora, Cervela deja el Perú para retornar a Santiago de Compostela, dejando imborrable paso.